Un pingüino muy coqueto
caminaba por el hielo
con su frac en blanco y negro
iba y venía inquieto.
Esperaba a su pingüina
para poder almorzar
pececitos sin espinas
en la cima del glaciar.
Un lobito saludaba
muy contento y saltarín,
y el pingüino caminaba
como lo hacía Chaplín.
Al fin llegó pingüina
con la comida preparada
dándole la alegre noticia
que estaba embarazada.
Pingüinito la abrazó
y se dio una panzada,
festejando con su amor
por su hijo y su llegada.
Y a la mar se zambulleron,
nadaban y nadaban,
anunciando a sus compañeros
que incubarán el huevo
del pingüinito que esperaban.
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